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Interiores


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Rodrigo Alonso

Gomez   Di Rienzo
Víctor Gómez. Serie Road Art. Intervenciones en la naturaleza. 2003. ampliar foto Zoe Di Rienzo. Sin Título. Fotoperformance. 2002. ampliar foto


LOCUS
Y DESTERRITORIALIDAD

En la literatura crítica de los últimos años, el problema del locus del arte ha venido ocupando un sitio de relevancia. A contramarcha del proceso globalizador que pugna por homogeneizar estéticamente el mundo, se ha impuesto una reflexión sobre los espacios de producción artística y sus circuitos de circulación, atendiendo a la necesidad insoslayable de comprender una realidad fundada cada vez más en los desplazamientos migratorios y las transformaciones territoriales.
No es casual que en estos años el antropólogo francés Marc Augé elabore su teoría de los no-lugares, espacios de pura transición que no propician las relaciones humanas y que, en cambio, dificultan el desarrollo de las identidades locales y de todo sentido de pertenencia comunitaria. A pesar de las limitaciones de su enfoque –según el cual los núcleos sociales eficaces sólo se definen geográficamente– Augé capta un conflicto básico de nuestro tiempo: la particular forma en que la producción cultural se libera de su dependencia territorial para pasar a construirse sobre un suelo impreciso.
Este proceso de desterritorialización aparece claramente en la creación artística contemporánea. Cada día es mayor el número de artistas que abandonan sus ciudades natales para estudiar o producir su obra en ámbitos más propicios. Año a año, las grandes exhibiciones internacionales buscan neutralizar los espacios de representación nacional mediante un supradiscurso curatorial que articule la compleja diversidad territorial de la que dan cuenta los artistas actuales. Crecientemente, un circuito de becas, subsidios y residencias empujan a un gran número de creadores a enfrentarse con contextos sociales y culturales extraños, poniendo a prueba su sentido de supervivencia estética y su capacidad de adaptación.
En este estado de transitoriedad insistente, los artistas elaboran nuevas relaciones con su lugar. no se trata ya de plasmar un entorno que se siente propio, sino de construirlo al tiempo que se gesta la obra. La práctica artística se manifiesta así en un doble proceso instaurador: como materialidad discursiva (obra) y como red de relaciones momentáneas con el entorno espacio-temporal de su aparición (contexto). Es decir, se revela como práctica fundadora y situacional.
Uno de los ejes de Interiores descansa en esta capacidad del arte para fundar su lugar.

IN & OUT

El circuito del arte depende igualmente de otros territorios. Las instituciones, las exposiciones, los espacios de legitimación. Esos enclaves suelen ser también geográficos: Estados Unidos, Europa y  más  modestamente  Buenos  Aires,  en tanto centros muchas veces ilusorios pero no menos fascinantes a través de los cuales se trazan caminos consagratorios.
Esencialmente, sin embargo, la producción artística puede hacer caso omiso de tales polos de atracción. El campo, el desierto, una parada en la ruta o una playa de estacionamiento no son lugares insensibles a la intervención estética. Si el artista es ante todo un fundador de lugares, si su obra instaura el contexto del cual surge, pocos son los límites a los que debe llamarse. Y pocas son también sus constricciones técnicas y formales.
Uno de los grandes logros del conceptualismo –una de las primeras corrientes verdaderamente desterritorializada– consistió en ampliar las fronteras de la producción artística, incorporando medios y espacios aún inexplorados. Su vehemencia puso en entredicho la omnipotencia de los espacios institucionales. Hoy ese movimiento cobra una fuerza renovada en las propuestas de jóvenes artistas que, despreocupados por el marco institucional de sus acciones, hacen de su impulso creador el motor suficiente para desplegar su obra. El desinterés por el objeto, la consustanciación de la actividad artística con los procesos vitales y la trascendencia de los espacios ponderados otorga a sus obras un aire de expansión y libertad del que el circuito del arte no es testigo hace ya bastante tiempo.

EL VIAJE INTERIOR

Los embates del mundo globalizado y los del circuito artístico no han mermado, afortunadamente, el tercer espacio clave para el arte de hoy: el mundo interior de los propios artistas. La muestra Interiores se propone, justamente, poner en evidencia este hecho, sin el cual todo el universo del arte carecería de sentido.
Las obras presentadas manifiestan una clara voluntad por exteriorizar miradas personales, búsquedas individuales, comentarios subjetivos. Todas establecen un franco diálogo con el mundo y presentan como resultado una particular perspectiva del sitio interpelado. A su manera, cada artista ha buscado transformar el mundo, aún en un gesto mínimo, desoyendo las teorías que pregonan el divorcio definitivo del hombre contemporáneo con su realidad.
El conjunto de estos pequeños gestos cuestiona igualmente el impulso actual hacia la completa institucionalización e instrumentación del arte, a través de la estetización política y la industria cultural. Aquí, para decirlo con palabras de Catherine David, nos enfrentamos a prácticas que “son una fuente vital de imaginación y representaciones simbólicas cuya diversidad es irreducible a la (casi) total dominación económica de lo real”.
Multiplicando las formas de intervención estética del mundo que los rodea, y apostando a un discurso que hace eje en su subjetividad, pero evitando al mismo tiempo clausurar el diálogo en actitudes solipsistas, los artistas de Interiores nos invitan a reencontrarnos con un contexto pleno de elocuencia, donde cada acción, cada mirada o cada gesto se proponen como puertas de acceso hacia una nueva relación con nuestro entorno inmediato.

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Publicado en:

Interiores (catálogo). Córdoba: CCEC, 2004; e Interiores (catálogo). Rosario: CC Parque de España, 2004.



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